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martes, 26 de noviembre de 2019

Fauna cantábrica 1: El Rebeco


De todos los bóvidos silvestres que habitan la península, no hay otro que tenga una mayor presencia en el cantábrico que el Rebeco (Rupricapra pyrenaica).


En la península, solo dos cordilleras acogen a estos ungulados, dividiendo en dos subespecies a la población:
  • Pirineos donde también se les conoce como “Sarrio”, de mayor tamaño. Rupricapra pyrenaica pirenaica. Se extiende desde Navarra hasta Cataluña.
  • Cordillera cantábrica. Rupricapra pyrenaica parva. Desde Muniellos hasta la montaña Palentina (siendo el primero la población más occidental de la península y de Europa)







Cabe decir que en 1800 se extinguió la población de rebecos de país vasco, rompiendo la continuidad entre ambas poblaciones e impidiendo el intercambio genético.

Actualmente Navarra representa el límite más occidental de la población de pirineos, protegidos bajo el amparo de tres espacios naturales: la Reserva Natural de Larra-Belagoa, la Reserva Integral de Ukerdi y la Reserva Integral de Aztaparreta.

Acostumbrados a las alturas, son capaces de saltar por rocas de mas de 5 metros, subir por zonas totalmente verticales… El mejor momento para ver este comportamiento es en noviembre por el celo. Se pueden ver las espectaculares carreras entre los machos por el dominio de las hembras. Al igual que la berrea del ciervo, este es también un gran espectáculo.





Como la mayoría de ungulados, es ramoneador, le encantan los brotes tiernos, la hierba, las hojas del tojo (Ulex europaeus) e incluso pueden comer frutos silvestres.

Al llegar el invierno adquieren un pelaje mas denso y mas oscuro que en los meses de verano.

Pelaje Invierno
Pelaje primavera



El celo 

Los rebecos cantábricos (Rupicapra rupicapra parva) entran en celo a finales de octubre o principios de noviembre. Los machos que suelen ser solitarios durante el resto del año buscan a los rebaños de hembras y crías y van formando harenes que defienden frente a los machos rivales.

Una vez que se forman los harenes, que suelen oscilar entre 3 y 10 hembras, los machos las vigilan continuamente y persiguen a cualquier macho competidor que se acerque. Los machos dominantes se suelen colocar sobre rocas elevadas desde las que pueden controlar a las hembras sin dificultad y a su vez se hacen visibles a los posibles competidores.



Ademas de esto, realizan carreras para mostrarse en plenas facultades  y los machos exhiben su fortaleza tomando una característica postura para cortejar a las hembras. 





Durante las 3 semanas aproximadas que suele durar esta ceremonia los machos pierden muchas energías y los mas debilitados tendrán dificultades para sobrevivir en el invierno, mientras que la hembras, que han mantenido mas energías guardan gran parte de estas para aguantar la gestación durante los 5 meses mas duros del año para después a principios de la primavera sacar adelante la nueva descendencia.

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